jueves, 18 de mayo de 2017

Huracán




Caíste en mi vida (y en mi cama)
como la luz del rayo
de la mayor tormenta que recuerdes:
despertándome,
encontrándome a mi misma,
haciéndome abrir los ojos,
(y el alma)
para presenciar el mayor de los huracanes: tú.

Las olas de tus manos
destrozaron todas
y cada una
de mis playas.
Y éstas,
ahora desiertas,
reclaman el agua de tu mirada.

Te juro que viviría empapada
en la lluvia de tus pestañas
si eso te hiciera estar en calma.

Dejaría que me calara en los huesos
el frío
y el agua
si cada mañana al despertar
tu tristeza se evaporara.

Vivir lejos del mar me entristece el alma,
pero tu océano me salva cada vez que el Sol abrasa.

Por suerte para las dos,
tu lluvia no me hiela,
ni me hiere.

Por suerte, para mí,
te tengo recordándome
cómo huele despertar
al lado de lo que me mueve.

Porque para mí,
eres mi Luna.
Me mareas cada noche
aun sin quererlo.

Pero cielo,
no dejes de marearme nunca,
porque cuando lo hagas,
entonces sí, cariño,
ahí sí que estaré perdida.