Quiero empezar esta carta agradeciéndote
profundamente
que hayas entrado en mi vida,
en mi casa,
y en mi cama.
Que hayas destrozado mis miedos,
mis sábanas
y que ahora estés aquí
mirándome a la cara,
a los ojos,
sin decirme nada.
Hemos tenido momentos tan complicados,
que solo saber que estabas a mi lado me ha reconfortado.
Tenerte lejos y cerca ha hecho que mi verano
sea más largo y más bonito.
Tú eres bonita.
Lo eras con el pelo largo
y ahora con el pelo corto también.
Lo eras cuando solo me cogías de la mano,
y ahora sigues siéndolo mientras me besas.
A ti,
que contra viento y marea
has estado conmigo.
A ti,
que pese a mis enfados y mis chillidos
sigues aquí.
A ti,
que se que estás.
Que no te vas.
Quiero pasar mis días contigo,
seguir sumando momentos, besos, abrazos.
Seguir sumando noches sin dormir,
y días vagos.
Quiero seguir teniéndote en mis brazos
cuando tiemblas por el frío,
los nervios.
Da igual.
Tenerte en mis brazos al dormir.
Dormir contigo y levantarme antes
para cuidarte el sueño.
Quiero lo del título. Toda la vida.