domingo, 8 de marzo de 2015

De olor a dolor, hay una d de distancia





Suelen decir que estoy loca,
que oigo voces que no hablan
y hablo con voces que no oyen.

Suelen decir que para amar hace falta 
ver
oler
doler
tener
tocar
besar.
Quizá se habrán olvidado del verbo escribir.
Porque contigo, aún teniéndote sin tenerte,
oliendote media piel,
doliéndome la distancia
y tocándote mientras te beso
cada noche con mis dedos,
lo más bonito que te hago
es el amor con letras.

Follarte la mente 
para volver locas tus neuronas
quererte cada pensamiento
cada sueño
cada aspiración, 
y que no sean las que la sociedad 
quiera pensar que tienes.

Sino descubrirte en cada noche
con tus medias tintas,
dejándome ser un poco tonta
y queriendome tanto
mirandome un poco
quitandome una poca de ropa.

Porque ahora me dueles
me hueles la mente
me canvias la h por la d,
aquella que se hace llamar distancia.

Me cambias el pH de la piel
con solo un beso
y me pones la cama de gallina
y ya no sé dónde meterme cuando tengo miedo.

Rozándote las venas con mis yemas
te cuento mil historias de lunas
de poetas que se enamoraron
los unos de los otros
aún sabiendo que no pertenecerían jamás
a nadie que no fuesen sus propios dedos.

Y yo te pertenezco a ti
porque veo el mundo a través de tus ojos
me llenas de realidad los sueños
y me haces volar con tan solo decirme te quiero.

Y te creo.
Me creas.
Y me hueles.
Me dueles.
Me miras tuya.
Te sientes.
Te sientas,
encima de mi trasero.
Me tocas.
Te escribo.

Y así es como yo te quiero.

Pero, para la sociedad,
esto es solo otro poema lleno
de juegos de palabras.

Pero, ¿me crees? 
Porque yo te creo. 
Te creo, y antes no existías.
Y he de reconocer que ahora, 
quererte 
es el principio 
de nuestro juego.