martes, 28 de julio de 2015

Ábreme tus puertas




Se me ha incrustado suavemente en la piel cada mirada en la oscuridad, como tatuaje de tinta: imborrable en el alma y cicatriz en el cuerpo.

Me he levantado mareada de tu cama para poder caer después encima tuyo una vez más. Me he tragado todas las palabras que quise decirte en el éxtasis, entre tus gruñidos, encima de tu piel, debajo de tu pecho.

Deslizas las tristezas por el borde de mi corazón, con cuidado, intentando no crear cicatrices. Pero sí cuidarlas y curarlas a besos.

Me acaricias la coraza con la ternura con la que me miras, la misma con la que me haces, te hago, y nos hacemos... amor.

Echo tanto de menos perderme en tu piel y encontrarme en tu pecho, que me lloran las piernas por no ver tu lluvia envolverse en mi pelo.

Te echo tanto de menos que lo único que no quiero hacer es echarte. Que mi cama te añora sin haberte conocido... Pero mis estrellas hablan de ti: de tus besos, del sonido de tu risa. De la energía de tu mirada que me recorre desnuda el alma aunque lleve ropa.

Me liberas el alma y por eso al echarte de menos, por la noche, me siento encerrada, apagada... Y te necesito.


Refúgiame, ábreme tus puertas.

miércoles, 22 de julio de 2015

Esto no puede ser sano sin ti




Hoy he deseado poner el mundo bajo tus pies
(y mi lengua entre tus piernas).

Hoy me he perdido en tus brazos
y no he querido encontrarme;

Si quieres buscarme, hazlo,
estoy cerca de tu caja de música...
Pero no me saques de allí,
y quédate...

conmigo.


Hace ya tiempo que me has arrancado muchos miedos... Y de ti sí, me fío.
Me fío porque, contigo
no existe el frío.

Porque me quema la piel cuando no la besas,
porque me duele el pecho cuando no estás cerca.

Me duelen las uñas de no arañarte el alma
a
cada
segundo.

Me duele la boca de no besarte las heridas
y no morderte el corazón.

Mi cuerpo pide a gritos que lo mimes...

Que con esta lluvia que está cayendo
se me calan gotas en las piernas...

Y esto no puede ser sano sin ti.

Por eso te miro




Mirarte a los ojos es como nadar desnuda en el océano más profundo.
Mirarte a los ojos es como atravesar el bosque más salvaje de la mano de la tranquilidad.
Mirarte es respirar del aire más puro después de haber volado a través.

Mirarte es encontrar todas las respuestas antes que surjan las preguntas.
Mirarte es en definitiva verme,
verme volar contigo.

Verme por fin a mi...
Por eso te miro.

Tú haces las dos cosas



Me has encontrado perdida y partida en mil pedazos, anulada, sin fuerza para abrir mis alas.  Y llegaste sin acabar de llegar jamás. Ibas, venías, pero joder... Al final supe qué me pasaba. Tú pasabas. Pasaste por delante de mi mil veces. Pero te vi el día que te vi sin verte.

Cerré los ojos y al besarte supe que esa era la manera más bonita de contemplarte. Verte con la piel, a nuestra manera. Compartiendo, alimentando primaveras, ahuyentando inviernos, creando veranos en nuestras piernas, bañándonos en lluvia de otoño.

Cerca y lejos.
Juntos...
pero no revueltos.
Y qué adicción.

Me has llenado de caminos la vida al darme besos en la espalda, al curarme las alas. Se me ha tatuado en el pecho izquierdo todos los momentos en los que, inconscientemente, he querido cuidarte el cielo, ordenarte las estrellas y mantener a ralla tu temperatura.

Qué más da la palabra que nos defina, prefiero que no exista.

Esto que tenemos es algo que me hace libre, me hace feliz y es bastante más especial que todo mi anterior.

Hay varios tipos de amor: No los conozco todos, pero sé que el amor en su plenitud es algo parecido a esto... Sin promesas, sin más allá que el ahora. Con sinceridad, libertad, respeto y estima.

Que se desnuden contigo en vez de taparte cuando tienes frío...

Tú haces las dos cosas.

Uno sólo conserva lo que no amarra. 

lunes, 20 de julio de 2015

Me quiero mejor




Nunca he creído ni creeré en las almas gemelas, ni en las medias naranjas... Yo sola soy entera, pero no siempre puedo conmigo. Si creo que hay personas que están marcadas en tu destino, y de alguna manera pasan, pasas y algo se queda.

Pocas veces te he dicho realmente que me quedo de ti, porque me quedo mucho. Me has dado algo que la gente se ha acostumbrado a quitarme, cortarme, prohibirme. Me has hecho sentirme libre, me has abierto las alas solo mirándome mientras yo seguía atada.

Me liberé, me liberaste y desde ese día sigo volando hasta en sueños, aunque en carretera se te siente mejor. Conduzco mi propia vida y vivo sin miedo, pero aún así... Por favor, quédate, Refugio... Que por la noche me apago y te busco en mi cama.

Que yo me quiero, pero cuando tú me miras me quiero mejor.

domingo, 12 de julio de 2015

He cambiado a mejor




No siempre he sabido escribirte, ni cuando debía ni cuando quería. Después de casi dos meses abrazando tu ausencia he de decirte que abraza mejor que tú. Jamás he sentido tanta libertad como cuando me dejaste, y aquí estoy. Queriéndome un poco más a mi, que me lo merezco.

Para nada digo que tu abrazaras mal, de hecho no pude vivir durante 8 meses sin imaginarme tus abrazos, pero ahora que no me abrazas, abrazo la realidad mucho mejor. Ahora que no me abrazas y no me prometes primaveras mientras me llenas de nieve puedo decir, sin equivocarme, que me voy a comer el mundo empezando por mis tristezas.

Fue bonito sentir que aunque no estabas a mi lado cada noche, nunca dormía sola. Pero ahora que no me abrazas, duermo en mejor compañía. Ahora que no me abrazas, abarco más sueños con mis brazos. Ahora que no me abrazas, soy yo la que me abrazo... Y qué bien sienta un poco de amor propio, preciosa.

He de decirte que no te guardo rencor por destrozar todas y cada una de las promesas que hasta el último día me hiciste, es más, te doy las gracias por darme la oportunidad de abrazar a alguien que no me promete y aún así me llena de ilusión. Yo misma.

Gracias por dejarme ver que hay más constelaciones que las de tu piel, porque desde que no me abrazas he visitado nuevos universos, y créeme que me siento más yo entre sus estrellas. Las mías.

Solo pedirte un favor: quierete más de lo que te he querido yo, princesa. Que ahora que sé lo poco que nos queremos después de casi dos meses, he de decirte que aunque ha sido precioso nuestro infinito a cada instante, ahora siento que el Sol me da de cara aún sin salir de casa.

Ahora puedo asomarme a alguna alma y comprender y entender porqué lo nuestro no funcionó al basarse en promesas. Ahora que no me abrazas te aseguro que a veces te echo de menos, pero supongo que solo es mono de la sensación que tuvimos entre dedos durante el más largo de mis inviernos. Ahora que no me abrazas y el calor me da de espaldas, puedo decirte que no me siento sola, que me tengo a mi. Y ahora me quiero más.

Supongo que es difícil mantener una amistad con alguien con quien has compartido un día y una cama, pero 8 meses de promesas infinitas. Yo estoy aquí, tendida en mi habitación y aún cuando me da la neura te pienso, y te extraño... Pero ahora que he aceptado que no me volverás a abrazar, me he dado cuenta que me abrazo mejor en otras camas. Así que cuando quieras mi amistad, si es que la quieres algún día, recuerda que rompiste mil promesas, y aunque cueste de creerlo sí, yo me las creí, todas.

Pero las cosas cambian, las personas también. Yo he cambiado a mejor, preocúpate tu de cambiar hacia bien.

viernes, 3 de julio de 2015

Me inspiras




Ayer me descosiste mil heridas a besos. Ayer pudiste acabar de hundirte en mis adentros para remover cada órgano vital que controla mis movimientos. Ayer me quitaste de una caricia todos los inviernos que llevaba a mi espalda, deshiciste cada gramo de hielo incrustado en mi corazón. Y así estoy ahora… Mojándome con tu sonrisa. Ahogando las penas en cada rincón de la cama en el que desearía que durmieras abrazándome cada noche.


Ayer sentí como se iba el frío de mis venas mientras observaba la comisura de tus labios arrugarse al sonreír, al mirarte a los ojos, al verte, al contemplarte. Ayer me vi reflejada en ti, y me vi tal y como soy. Y menos mal que tú eres, y estás. Menos mal que tú. Menos mal.


Ojalá menos tiempo separados. Ojalá más viajes al centro de tu piel, a tu isla perdida. Ojalá llevarte a ver mi luna, ponerle tu nombre a cada una de mis estrellas. Ojalá dibujarte constelaciones escuchando tu lluvia, mi fuente. Ojalá estrujarte los miedos contra mi colchón fuese tu mejor medicina. Ojalá poder tener las agallas para decirte que me cuesta volar cuando no eres tú quien me abre las alas.


Desatas mi libertad cuando volamos. Al son de cualquier canción. De la tuya. De ti. Tus susurros, tus gemidos, tus gruñidos. Me desato y entonces soy capaz de bailarte hasta el silencio. Soy capaz de recitarte las sábanas. De de amordazarte la cama con mis piernas. Y no me arrepiento de entregarme a ti en alma, humo y hueso.


Porque es cuando lo hago, cuando me mimas, me miras, me ves, me cantas. Porque es cuando me atas, me liberas y me espantas sin darme miedo. Cuando se nos para y pasa el tiempo en un abrir y cerrar de brazos, de los tuyos, de tus abrazos infinitos pero con fondo. Un fondo que no te cabe en el pecho. Un fondo que pondría como alarma para dormirme cada noche. Tu pecho. Tus latidos.


Y así me respiras. Me absorbes los miedos, me renuevas las ganas, pero siempre contigo. Me inspiras. Y entonces es cuando aunque sin aire sé decirte sin palabras lo que quiero. Tú, mírame a los ojos.

(A ti)

Ya se nos irán abriendo las alas



Eres esa carcajada que me sale al notar tus labios en mi barriga, en mis costillas, en mi espalda. ¿Y cómo no reír si me haces cosquillas en el alma? Me acaricias poco a poco la coraza, que se ha vuelto solo cascara, que se resquebraja con solo tu mirada.

Eres ese resoplido fuerte al notar las yemas de tus dedos inundarse en lo más profundo de mis pensamientos, rozando mis sueños, haciéndonos tocar poco a poco el cielo. ¿Y cómo no volar si me sujetas fuerte entre tus alas cada mañana?

Eres ese susurro lento con el que me ahogo al caer rendida.  Sobre tu pecho.  Justo después de comprobar que si hay vida después de un orgasmo. Después de presenciar mi propia muerte rodeada de tus miedos. Tus temblores. Tus pestañas. ¿Qué más me falta que el placer de dormir acurrucada bajo el manto de tu protección durante el resto de mi vida?

Me sanas las heridas mientras lees en braile mis pecas, mis lunares, mis contigos. Qué no son pocos. Que te han estado buscando inconscientemente en muchos cuerpos, que te han creado en mil poesías ajenas a esto, sin tus manías, sin tus achuchones, sin ser tú. Sólo pensandote. Y me sabía a poco.

Me sabía a poco esa tierna locura de imaginarte a mi lado teniendo cerca a otros. Me sabia a poco ponerte límites cuando desde que tú me mimas, mi corazón ha crecido tanto que ya no cabe en esta jaula en la que se encerró ese pájaro de fuego. Ya no cabe porque ha engordado con cada suspiro que ha absorvido mi cuello al hacerte temblar. Ya no cabe porque le han creido las alas.

Mis tiernas y dules alas. Que no querían crecer sin tener un abismo al que saltar. Sin tener un porqué. Sin tener un quién. No me hagas descubrir el cómo, aún no sé volar yo sola, y mucho menos saltar con las alas cerradas de tantos miedos.

Uno de esos, el de caer. El de caer sola, encima de piedras, de mecheros apagados que ya no tienen significado. El miedo de caer despacio, viendo pasar ante nosotros cada viaje instantaneo, eterno, de los que nos dejan jadeando en tus sábanas.

Miedos irracionales. Miedos que me cuidas, que me mimas, que me cantas. Miedos que al dormir conmigo en otras mantas desaparecen. No caeré si no te apartas de tu cama. Así que por favor, no estés en diagonal, que tu ausencia se ha vuelto vertical y ahora no hay nada que me cueste más que no tenerte debajo mío mirandome de tu forma, a tu modo, con tus maneras.

Yo no prometo nada, no lo hagas tu tampoco. Solo mimémonos el uno al otro, ya se nos irán abriendo las alas.